El 9 de noviembre 2017 participamos del RETIRO ESPIRITUAL de cuarto año del secundario. Esta instancia tiene como objetivo salir de nuestro entorno cotidiano para renovar nuestro espíritu vinculándonos más fuertemente con el Dios de la vida, teniendo momentos de reflexión y oración que nos faciliten el gustar de los acontecimientos cotidianos.

Especialmente en este año que junto a TUTORÍA se trabaja con proyecto de vida, poder detenernos para descubrir el llamado de Dios a ser nosotros mismos y animarnos a regalar a los otros este regalo.

Nos asistió el Padre Cruz Viale del movimiento de Schoenstatt quien iluminó nuestro trabajo hablándonos de los anhelos propios y de lo que estos pueden lograr en la propia vida,como el Padre Jose vivió en pleno Campo de concentración sostenido por los altos ideales y su ferviente amor a María. Se dedicó a conversar y confesar a los que quisieron y luego culminar el retiro con la Misa en el Santuario.

Conversamos varones y mujeres por separado de la IDENTIDAD FEMENINA E IDENTIDAD MASCULINA, con la profe Liliana y el profesor Kelo identificando las particularidades de cada uno para conocernos, conquistarnos y respetar las diferencias para complementarnos  adecuadamente.

Tuvimos visitas especiales: dos parejas de novios (Emilia y Fer;  Mili y Agustín) que nos mostraron con toda sinceridad lo hermoso que es quererse, descubrirse, respetarse. Amar y tener un proyecto en común con sus dificultades y riquezas…

Por la tarde nos visitó Abel, seminarista diocesano, quien con mucha apertura de corazón nos contó su proceso de vida, su encuentro con Jesùs que hizo que su vida tuviera otro sentido. Nos invito a hacerle preguntas para conversar, sobre todo aquellas que como jóvenes nos cuestan entender. Agradecemos sobre todo sus muestras de afecto, que aunque no nos conocía nos dedico toda su atención y consejos. -Gracias a la profesora Celeste Garro por ayudarnos en el traslado de Abel.

Agradecemos al profesor Carlos Manesero que nos preparó unos deliciosos choripanes y nos acompañó en el almuerzo. Ocupándose de todos los detalles para que fuera un momento de disfrute y descanso.

Al final de la jornada tuvimos tiempo de plasmar con plastilina algo de lo que nuestro interior clamaba, lo escuchado, pensado y rezado iba tomando formas de colores.

Pedimos a Nuestra Madre que desde ese lugar santo, guarde en nuestra persona todos los propósitos y anhelos que surgieron. Que de su mano vayamos dándole forma a nuestra vida.