El miércoles 11 de diciembre, vivimos la Santa Misa de fin de año con pocos alumnos pero llena del Espíritu Santo. Son momentos donde los pajaritos de los árboles que nos protegen del sol parecen despertar y acompañan con sus cantos.
Llega fin de año y estamos cansados, ¿por qué? ¿Del ritmo de vida que llevamos? ¿Qué es lo que nos ha cansado más? Si nos sentimos sin fuerzas, el Señor, a través de su Palabra, en este tiempo de Adviento, hoy nos hace una invitación muy concreta: ¡ven y descansa!
Por un lado, uno de los protagonistas del Adviento, el profeta Isaías, nos dice: …que en el Señor renuevan nuestras fuerzas. Por otro, el Evangelio refuerza esta invitación con el imperativo que Mateo pone en boca de Jesús: Venid a mi todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré.
En esta Santa Misa entreguemos todo nuestro Capital de Gracias, nuestros cansancios y pidamos al Espíritu Santo que nos sostenga y nos prepare para recibir al niño Jesús en nuestras familias.
Señor, Dios todopoderoso: Con frecuencia miramos lejos buscándote a ti y anhelando tu fuerza y olvidamos que estás tan cerca de nosotros, en tu Hijo y en los hermanos.
Te ofrecemos junto al pan y el vino, el Capital de Gracias del Espíritu Santo para que este pequeño aporte se haga grande por la entrega de tu Hijo.
Quemamos al final de la misa cantando María de la Alianza, los capitalarios que durante el año hemos estado trabajando. Que la fuerza de la Gracia que nos llega a través del Espíritu Santo, reponga nuestras fuerzas y encontremos en este tiempo de Adviento espacios de contemplación a nuestra Madre. Ella, la que nos muestra al Niño nos enseñará a caminar sin apuro valorando todo el cariño del Señor por nosotros e intercediendo por todas nuestras necesidades.
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