Treinta y seis años de la bendición del Santuario de Mendoza

Las palabras del Fundador al bendecir el Santuario de Florencio Varela, bien valen para nosotros: “Este Santuario será símbolo de fe, de lucha y de victoria”.

De fe inquebrantable porque la Mater eligió nuestra tierra para establecerse.

De lucha perseverante en la conquista del mismo.

De victoria en la manifestación de la Virgen hacia las generaciones venideras, hacia toda Mendoza y más allá.

A treinta y seis años de la bendición del Santuario ¡cuánto tenemos para agradecer a nuestra Iglesia!,  en la persona de nuestro Padre y Pastor, Monseñor Maresma, quien pidió especialmente la construcción del Santuario como lugar de gracias para que guardara la herencia del Congreso Mariano Nacional de 1980. Por eso la bendición de nuestro Trono de Gracias se realizó dentro de los actos del Congreso, el día 10 de octubre a las 10 horas (10-10-10), día dedicado a la Piedad Popular.

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Hasta ese momento veinticinco años habían pasado implorando siempre  por un Santuario para nuestra tierra huarpe.

En aquella época cuando el Arzobispo preguntó cuántos miembros integraban Schoenstatt, Monseñor Rafael Rey muy cercano al movimiento –a quien le debemos especial gratitud, porque fue el instrumento que la Mater eligió para ayudarnos- le respondió: “serán cuarenta y cinco adultos y veinticinco jóvenes” a lo que el Arzobispo manifestó “son muy pocos para tal empresa”, Monseñor Rey explicó “hace dos décadas que vienen con este proyecto, por distintas circunstancias ajenas a ellos, están muy demorados, pero tienen fuerza y anhelos, que si la Iglesia los apoya, ellos con toda su pequeñez y limitaciones, construyen”

Debemos ser agradecidos por esta confianza depositada en débiles hombros y tener siempre presente que: * El Santuario de Mendoza es un Trono de Gracias, pedido por la Iglesia para guardar las gracias del Congreso Mariano Nacional 1980.

* Otro regalo de la Mater, nuestro Trono de Gracias es un Santuario de Coronación. Tan pequeños, limitados y probados, si se quiere hasta humanamente inconscientes, cuando se firmó el contrato con la empresa constructora de Salvador Affronti, se tenían algunos billetes chicos que no alcanzaban, ni siquiera para limpiar el terreno y comienza desde entonces una historia muy bella y bendecida, a cada paso coronar, coronar, coronar a la Mater. Y ella que no se dejó  ganar en generosidad, respondió a cada pedido: “se trata de tu obra, manifiéstate; es tu futuro hogar, muéstrate”.

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Todo lo que se iniciaba era gigantesco: pedir por el agua, que nos aseguraban que no íbamos a tener; por el camino, que debía llegar hasta la cumbre del cerro; por el espacio para el Oratorio, donde el Fundador ocupa un lugar especial de reconocimiento. Muchos al ver esta obra expresaron: “tienen tan pocos recursos y en vez de levantar paredes van hacia abajo”, es que bien lo merecía nuestro Fundador, él es la piedra fundamental del Santuario;

pedir por las paredes donde se depositaron entre los ladrillos, miles y miles de pedidos, aportes del Capital de gracias y valiosos objetos. Esto los constructores no lo podían entender: “juntan hasta las moneditas cada quincena para pagarnos y lo insólito, entierran joyas valiosísimas por amor a la Virgen!!”.

Llegar al techo fue la mayor empresa, otro triunfo de la Mater, parecía que habíamos llegado a la Gloria: la Virgen tiene su techo, su cobijo, el techo protege y anida a sus hijos.

Después de un tiempo algunas tejas se desprendieron, sobre todo las más altas, donde no era fácil llegar. Se hicieron todos los intentos posibles hasta que el Negro Ríos colocó una escalera de hierro y subió confiado, cuando ante la sorpresa de todos los ayudantes, ¡la escalera se dobló! Y pudo colocar las tejas; terminada la tarea la escalera tornó a su forma original y sólida. ¡Cómo la Mater no lo iba a ayudar a este hijo predilecto que construyó tantas ermitas  por todo Mendoza, tantos senderos y arreglos en el terreno! Por esta experiencia se sabía tocado por la Gracia, por eso cuando quería contar lo sucedido, lloraba como un niño. Es que eso era el Negro, un niño en las manos y en el corazón de María. ¿Cómo lo habrá recibido la Mater en el Cielo? Allí habrá encontrado el reconocimiento que no supimos darle mientras vivió.

 

A la generación fundadora y fundante del Santuario ¡Gracias especiales! La Mater los eligió para dos misiones:

-Fundar la Obra de Schoenstatt en Mendoza.

-Construir el Santuario.

La fundación se da en nuestra provincia a través de la Juventud Femenina en el año 1956.

En 1968 pasa el grupo Adsun, de la Juventud Femenina, a formar la rama de Mujeres Profesionales.

En 1970 se forman los grupos de Madres y luego dos grupos de Matrimonios. En ese año se inicia el Círculo de Peregrinos.

En abril de 1971 comienza la Juventud Masculina. En 1975 se inicia el primer grupo de hombres, de fundamental importancia en las tareas de la construcción del Santuario.

Todos estos miembros de las distintas ramas  fueron instrumentos bendecidos en las manos de María Santísima para que el Cielo toque la tierra en nuestro Trono de Gracias.

Desde las glorias eternas del Cielo, intercedieron e interceden actualmente nuestros seres queridos, son una legión junto a la Mater y junto a Cristo:

. La madre de José Sanzone, que había prometido construir una capilla; doña Nora de Sanzone, recientemente fallecida, con su entrega fue el instrumento para el logro del terreno y  en esta conquista el trabajo silencioso del Cholo y Tere Casatta.

¡Cuántas vidas ofrecidas por el Santuario! Las que conocemos y las que están en lo profundo de los corazones de sus familiares:

. La partida de la Hermana Alejandra el 25 de diciembre de 1959 en Buenos Aires, quien había ofrecido su vida por Mendoza, con su regreso a la Casa del Padre, caló profundamente nuestros corazones.

. En 1974 el impactante accidente en Luján, Mendoza, donde se realizaba el campamento de la Juventud Femenina y donde muere Nora Aravena de Córdoba. Unos días antes le pidió a un sacerdote hacer una revisión de vida, porque estaba dispuesta a entregarse por el Santuario de Mendoza.

. En 1986 la entrega admirable de María Victoria Thomé de la rama de Profesionales, quien movilizó las fuerzas de la Familia mendocina, para realizar en los barrios carenciados de Rodeo de la Cruz la Misión de ese año. Desde Buenos Aires trajo las primeras imágenes de la Campaña del Rosario para Córdoba y Mendoza, imágenes que misionaron y acompañaron la Gran Misión. Quién iba a pensar que alguien con la entrega evangelizadora y la fuerza de María Victoria, días después de la Misión, era operada del corazón en Buenos Aires y allí se durmió para siempre, en su regreso a la Casa del Padre.

. En 1988, la muerte sorpresiva de María Elena Mateu, quien perteneció al primer grupo de jóvenes de Primavera. A esta generación le vale la gracia especial de haber participado en la construcción del Santuario.

Cada rama, cada estamento de la Obra, tiene sus entregas a este nivel, y nosotros con un corazón agradecido debemos dar gracias a Dios por esta nube de santos, que nos acompañan desde el Cielo y que han sido y son instrumentos de María Santísima para establecer su Morada en esta tierra bendita.

 

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“Para los que creemos en ti, Señor, con la muerte

la vida no termina, se transforma”

De la Liturgia de la Iglesia-

 

Por la rama de Mujeres Profesionales

Olga Marsollier

 

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