¡Una navidad para volver a creer…!!!

 “No hay mayor felicidad para el hombre de hoy que la reconquista del corazón de niño frente a Dios

y no hay misión más grande en estos tiempos que la de reconquistar para la humanidad el corazón de niño que ha perdido.

Pestalozzi

Hace unos días… mi hija Candela llegó de la escuela diciendo que le habían dicho que los Reyes Magos no existen… Cande me miraba con sus 8 añitos, llena de inocencia pura y ese rostro iluminado por la sorpresa que causa el nacimiento del Niño Jesús en su corazoncito; y esto me obligaba a pensar en una respuesta comprometida. Una respuesta esencial para su vida y para todos los niños que esperan con avidez armar el pesebre este 8 de diciembre. Pues, el 25 pasada las cero horas, recibirán el saludo de todos sus seres amados diciendo “¡Feliz Navidad!!!” Y… San Pablo nos dice que debemos creer con el corazón aquello que proclamamos con los labios (Rm 10, 9).

Esta afirmación escéptica no es de un niño, sino la de un adulto. Y no es la primera vez que la escucho. Pero, esta vez, irrumpía con su fuerza en nuestra cotidianeidad llena de estructuras ordenadas sistemáticamente para una respuesta fácil… Pero, mi corazón y mi fe, se negaban a dar esa respuesta vacía y de fama popular.

¡Cande y sus compañeritos han estado preparando villancicos para su familia! Seguramente, su seño de catequesis les habló acerca del sentido de la Navidad… ¿para qué? Si cuando llegue a casa nosotros vamos a ““decirles la verdad…””

 

¿Por qué los adultos nos esforzamos empedernidamente por desilusionar la fe pura de nuestros hijos? Hablar y decir la verdad, ¡no significa romper la ilusión de un niño! ¿Acaso no debemos estimular sus ilusiones, fantasías y creencias? Recuerdo la película “The Pursuit of happyness” (traducida como «En busca de la felicidad«)

¿Es importante creer?

La pregunta no sería si los Reyes Magos… ¿existen o no? Sino, sencillamente ¿si creo? ¿Creemos…?

Todo ser humano se interroga acerca de lo esencial en la vida. Si existe o no existe. Si es verdad o no es verdad. Pero, no todo en lo que creemos, lo vemos. No vemos el aire, pero sí lo sentimos cuando al respirar, llena nuestros pulmones disfrutando de su presencia en nosotros. Del mismo modo, la fe que ingresa en nuestra alma, llena de felicidad nuestra vida. ¿Qué pasaría si dejáramos de creer en el aire porque no lo vemos? Mientras tengamos vida, vamos a seguir necesitándolo. Por el contrario, vamos a expirar. No dejemos que la fe deje de ingresar en nuestra vida… menos, en la de nuestros niños.

 

 

¡Qué triste sería recibir al Niño Dios cada Navidad sin fe! Acaso, ¿no eran de Oriente los que viajaron miles de kilómetros en su deseo de conocer al Niño Dios? (Mt 2, 1-2). Ellos levantaron su vista al cielo en busca de una luz que los guiara. Y Dios, Señor de los astros, los condujo hacia la verdadera Luz que es Cristo.

¡Creo Señor, pero aumenta mi fe! Mc 9, 24.

Mi fe, la tuya, la de todos los que creemos, se va apagando como una llama de fuego si le falta el aire. Y a medida que vamos creciendo, que nos vamos “haciendo adultos”, vamos perdiendo esa fe de niños, pura, alegre e inocente. La vamos contaminando con cosas “más importantes”. Crecemos y nos volvemos prácticos, toscos y fríos en lo espiritual. Dejamos de alzar nuestros ojos al cielo para mirar el suelo y ser cada vez más terrenales. Nos volvemos miopes frente a lo trascendental.

Esta sería nuestra respuesta como adultos… “¡No existe!” Una respuesta fácil y cómoda, sin explicaciones o fundamentos cristianos. Porque no creer implica cero esfuerzo. Y vivimos en un mundo donde el esfuerzo dejó de ser un valor.

“Me callo porque es más cómodo engañarse,

me callo porque ha ganado la razón al corazón.

“Deseos de cosas imposibles” La oreja de Van Gogh

Creer nos compromete el alma en aquello que es esencial para nuestra vida espiritual. El amor, la esperanza, la alegría y la paz; frutos que el Espíritu Santo nos regala a los que creemos. Todos tenemos que tomar una decisión y dar una repuesta que convenza a nuestros hijos…

“Reconquistemos nuestro corazón de niño” PJK

¡Yo, elijo creer!

Elijo creer que el Niño Dios llena de amor, esperanza y fe mi hogar. Que toca el corazón de cada uno de los seres amados en mi familia; y elijo seguir viendo esa sorpresa y alegría en el rostro de mi hija cuando la Navidad haya dejado la sorpresa de una fe que renace en nuestro corazón…

¡Te invito a creer!!! Y has como los pastores, que humildemente fueron a toda prisa y “encontraron a María, a José y al Niño Dios acostado en el pesebre.” Lc 2, 16

 

“Muy feliz Navidad!!!”

Profesor Kelo

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